Psicología Adultos

Psicología adultos

Problemas más comunes que tratamos en los adultos.

Ansiedad y problemas asociados al estado ansioso.

La ansiedad y el miedo son respuestas del organismo ante lo que es percibido como una amenaza.

Mientras el miedo se presenta ante un estímulo concreto, la ansiedad es activada por una amenaza más difusa, menos clara. Ambas activan la respuesta de lucha o huida, nos preparan para la acción y en ciertos momentos resultan necesarias. El problema viene cuando la ansiedad o miedo son desproporcionados, limitantes o suceden ante estímulos que objetivamente no representan un peligro y nos encontramos con una ansiedad desadaptativa que hace sufrir o limita la vida de la persona. Entonces hablamos de un trastorno de ansiedad.

Cuando percibimos un peligro, sea real o imaginario, reaccionamos mediante la respuesta de ansiedad. Esta respuesta emocional produce una serie de cambios bruscos en el funcionamiento del organismo que tienen como fin prepararlo para afrontar ese peligro mediante las respuestas de lucha, huida o paralización. Así, de forma brusca el organismo experimenta una serie de cambios de los cuales los más importantes son:
  • Aumento de la tasa cardíaca.
  • Aumento de la tensión arterial.
  • Aumento de la tasa respiratoria.
  • Desplazamiento de la sangre desde los órganos internos hasta las extremidades.
  • Dilatación pupilar.
  • Vasoconstricción periférica (se contraen los vasos sanguíneos más periféricos de forma que si en esa lucha el organismo resultara herido habría menos riesgo de desangrado)

Estos serían los cambios que se producen en el organismo, pero lo que la persona va a experimentar, o las sensaciones que tendrá serán algunos de los siguientes:

  • Calor.
  • Sudor.
  • Temblor.
  • Taquicardia.
  • Ahogo.
  • Mareo o vértigos.
  • Náuseas, vómitos.
  • Sensación de inestabilidad física.
  • Sensación de irse a desmayar.
  • Dolor u opresión en el pecho.
  • Entumecimiento u hormigueo (sensación de "dormirse" las manos, brazos, etc).
  • Sensación de irrealidad.
  • Despersonalización o sentirse separado de uno mismo, etc.

Alguna de estas sensaciones son las que se experimentarían al ponerse en marcha la respuesta de ansiedad o la "respuesta de alarma".

Cuando esta respuesta de ansiedad se produce ante un estímulo que es interpretado como peligroso por la persona (ejemplo: ante un examen, atraco, accidente, etc) el efecto que produce es positivo ayudando a un mejor afrontamiento de la situación.

Cuando la ansiedad se produce ante estímulos que no suponen ningún tipo de peligro y dicha ansiedad y las conductas de evitación asociadas provocan un malestar en la persona y/o dificultades para un funcionamiento normal, nos encontramos ante los llamados trastornos de ansiedad.

Entre los más frecuentes estarían:
  • Trastorno obsesivo compulsivo (TOC) El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la aparición de ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes e intrusivos (obsesiones). La persona intenta rechazar estos pensamientos obsesivos, ya sea mentalmente, suprimiéndolos o ignorándolos, o mediante la realización de conductas compulsivas o rituales repetitivos (compulsiones). Aunque las temáticas más conocidas son las de limpieza o comprobación, hay muchos tipos de obsesiones diferentes, que van desde obsesionarse con la propia respiración hasta el miedo a hacer daño a alguien. El TOC produce una merma en la calidad de vida de la persona, que está en constante lucha consigo misma, y suele interferir en su vida personal y en las relaciones con los demás.
  • Agorafobia La agorafobia puede aparecer de manera aislada o presentarse junto al trastorno de angustia. Se caracteriza por una ansiedad permanente cuando te encuentras en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o en las cuales, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada, no podrías recibir ayuda. Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con situaciones puntuales, como estar solo fuera de casa, estar lejos de un hospital, mezclarse con la gente o hacer cola, pasar por un puente, viajar en avión, autobús, coche, metro o tren. Como la persona le teme a estas situaciones, opta por evitarlas. Por ejemplo, puede limitar el número de viajes o incluso se resiste a emprenderlos, ya que tiene miedo de que aparezca la ansiedad o se desencadene una crisis de angustia. Obviamente, esto restringe mucho su vida cotidiana, en los casos más graves incluso llegan a recluirse dentro de casa durante meses o años y solo salen para realizar las tareas indispensables.
  • Ansiedad generalizada Es una ansiedad y preocupación de carácter excesivo y persistente que no se da ante un estímulo concreto, sino ante una amplia gama que está muy relacionada a acontecimientos o circunstancias cotidianas (trabajo, dinero, hijos, etc.).Es de carácter crónico y se agrava en situaciones de estrés. Se tiene sobre todo una falta de controlabilidad, y se está en un constante estado de preocupación. Además, la persona puede experimentar algunos de los siguientes síntomas: inquietud o impaciencia, fatigabilidad fácil, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular, alteraciones en el sueño, etc.
  • Estrés El estrés es la respuesta física o emocional que utilizamos ante una presión concreta. El estrés puede ser de dos clases: 1. Estrés positivo (también llamado “eutrés”) , como por ejemplo el que puede sentir un actor experimentado antes de salir a escena. Este tipo de estrés te mantiene alerta e incluso, en situaciones de peligro, puede salvarte la vida porque te da la fuerza suficiente para defenderte ante un ataque o accidente. 2. Estrés negativo (también llamado “distrés”), que es al que nos referimos usualmente cuando hablamos de estrés. La respuesta es exagerada y entonces, comienza a afectar a tu salud y a las relaciones con tu entorno.
  • Hipocondría (miedo a padecer una enfermedad) La hipocondría es una preocupación excesiva de la persona con su salud y bienestar, que se puede convertir en una obsesión en relación a la enfermedad. Normalmente, los hipocondriacos repiten muchas visitas al doctor y tienen miedos poco realistas a tener una enfermedad grave. Aun cuando el médico o los exámenes médicos les aseguran que su salud es correcta, siguen pensando que no es así. Incluso síntomas menores como moqueo o un breve dolor de garganta les hacen pensar que tienen una enfermedad muy grave.
  • Trastorno de pánico (ataques de ansiedad o crisis de angustia) Un ataque de ansiedad es fácil de identificar para un psicólogo, pero muy difícil para la persona que lo sufre por primera vez. De hecho, lo primero que la persona piensa cuando sufre un ataque de ansiedad es que algo muy grave le está pasando. Lo más frecuente es pensar que se está sufriendo un ataque cardiaco, que se está a punto de morir o que se está a punto de desmayarse, perder el control o “volverse loco”. Por eso, lo primero que la persona tiene que interiorizar es que un ataque de ansiedad es algo terriblemente desagradable, pero no peligroso. Si aprendemos a entrar en contacto con nuestras emociones y a manejar la ansiedad cuando se produce una crisis de angustia, podremos dejar atrás los ataques de ansiedad.
  • Trastorno dismórfico corporal (preocupación por los defectos físicos) La persona con este problema cree que tiene un defecto físico o exagera la realidad, potenciando un defecto leve. Aunque es más probable que este tipo de preocupación por los defectos físicos comience en la adolescencia, es algo que se puede dar en todas las edades. Lo más habitual es encontrarse un defecto en la cara: cicatrices, granos, aspecto de la nariz, labios, pómulos. Una frase típica que repite una persona con este trastorno es: ¡Qué nariz más grande tengo! No me gusta nada. También, se puede preocupar por otras partes del cuerpo: piernas, talla de pecho, forma del cuerpo.

Depresión y estado de ánimo.

  • Depresión
    La depresión es el trastorno del estado de ánimo más frecuente. Es uno de los padecimientos que tiene una mayor prevalencia: se considera que del 10 al 20% de los adultos presentan síntomas depresivos y que del 2 al 5 % de la población general sufre depresiones con síntomas clínicamente significativos. Sin embargo, son muy pocas las personas con depresión que deciden pedir ayuda a los profesionales. Esto ocurre, la mayoría de las veces, porque piensan que: pueden resolver sus problemas ellos solos, una "mala racha" la tiene cualquiera, etc. Muchas veces, ni siquiera saben que tienen un problema y permiten que se oculte detrás de síntomas orgánicos como dolores de cabeza, decaimiento, trastornos digestivos, etc.
    Se caracteriza por un estado de ánimo deprimido y una pérdida de interés o capacidad para el placer. Además, pueden darse algunos de los siguientes síntomas: insomnio o hipersomnia, ideas recurrentes de muerte o suicidio (que no tienen porqué estar relacionadas con intereses reales), sentimientos de culpa, falta o aumento de apetito y/o pérdida o aumento importante de peso, agitación o enlentecimiento psicomotor, falta o pérdida de energía, pérdida de concentración, incapacidad para tomar decisiones, etc.
  • Apatía emocional y falta de motivación
    La apatía se define como la ausencia o eliminación de emoción, sentimiento, preocupación o pasión. La persona con apatía tiene indiferencia a cualquier cosa o evento. Mira a tu alrededor. Seguro que conoces a personas a las que les ocurre de vez en cuando: sienten que algo no les apetece. O quizá, un día, de vez en cuando, tienen apatía por alguna actividad. Es algo que la gran mayoría de personas podemos tener en ocasiones. Pero, la apatía a largo plazo es la que realmente necesita el apoyo de profesionales de la psicología.
  • Distimia (depresión leve mantenida en el tiempo)
    La distimia, también llamada trastorno distímico, es un tipo de depresión crónica que causa que los estados de ánimo de la persona estén normalmente bajos. Los síntomas no son tan acusados como los de la depresión grave y suele ser más frecuente en mujeres (2 o 3 veces más propensas a padecerla que los hombres) que sienten este estado casi cada día y llevan con él al menos 2 años. El sujeto distímico se describe a sí mismo como "triste" o "desanimado", perdiendo el interés por las cosas y viéndose a menudo como inútil y poco interesante.
  • Duelo (pérdida de un ser querido)
  • Trastorno bipolar
    El trastorno bipolar se caracteriza por una alternancia entre fases de manía y fases de depresión, de ahí que se llamen trastornos maníaco-depresivos. En las fases de depresión se dan las características de ésta, mientras que las de manía se caracterizan por ser fases de un estado de ánimo excesivamente elevado, expansivo e irritable, con una mayor actividad de lo normal, necesidad de dormir menos, más hablador de lo habitual, fácilmente distraíble con estímulos irrelevantes, aumento de actividad social, laboral, sexual, intencionada, implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para producir consecuencias graves.

Autoestima.

La autoestima es la capacidad de valorarte por el hecho de ser quien eres. No es creerte mejor que nadie, sino aceptarte con tus defectos y virtudes, de forma incondicional.
Cuando nos aceptamos y queremos tal y como somos, nos es más fácil crecer y mejorar en todos los aspectos de nuestra vida.

¿Por qué posponemos la solución?
Muchas personas se rechazan a sí mismas porque hay algo de ellas que no les gusta y se dicen que en el momento en que lo cambien podrán sentirse satisfechos consigo mismos: "cuando adelgace podré sentirme bien", "cuando sea capaz de hablar en público dejaré de sentirme inferior", "cuando consiga tener pareja me sentiré valioso".

En realidad, esto nos está hablando de otro problema mayor, que es la baja autoestima.

La autoestima, cuando está condicionada al éxito, a los logros o a la aceptación de los demás no es una verdadera autoestima. Es natural querer mejorar y superar las propias dificultades, pero no como algo indispensable para sentirnos bien con nosotros mismos.

El problema surge cuando en vez de aceptarnos tal y como somos nos exigimos ser como creemos que debemos ser o como los demás quieren que seamos, intentando satisfacer sus expectativas. Nos empeñamos en alcanzar un imposible "yo ideal", y esto nos conduce a la frustración y aumenta nuestro auto-rechazo y nuestro sentimiento de baja autoestima.

Adicciones.

La definición más pura nos dice que una adicción es un hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas o por la afición desmedida a ciertos juegos.

Sí, te dejas dominar y no puedes abandonar tu adicción. Es el principal problema de las adicciones. Conocemos sus efectos negativos, los estamos experimentando pero no logramos dejar esa conducta. En los últimos años, han aparecido adicciones nuevas pero las principales siguen predominando.

El tratamiento para adicciones que ofrecemos en nuestro centro facilita y apoya para que acabes con estas adicciones:
  • Dejar de Fumar.
  • Adicción a internet y a las nuevas tecnologías.
  • Adicción a las drogas (cocaina, cannabis, drogas de diseño, etc.)
  • Adicción al trabajo.
  • Alcoholismo.
  • Ludopatía (Adicción al juego).
  • Adicción al sexo.

Autocontrol y control de impulsos.

Tienes dificultad para el autocontrol cuando has fracasado en repetidas ocasiones a la hora de abandonar o dejar de actuar de una forma o conducta determinada que te perjudica a ti y a otras personas.

Normalmente, un impulso suele ser un acto no premeditado y sobre el que ya no tienes control.

Qué tipos de conductas pertenecen a esta categoría de autocontrol e impulsos.
  • Autocontrol emocional.
  • Cleptomanía.
  • Compra compulsiva.
  • Control de la Ira.
  • Onicofagia (morderse las uñas).
  • Síndrome de Tourette.
  • Tics nerviosos.
  • Tricotilomanía (arrancarse el pelo).

Fobias específicas.

¿Cuáles son las características principales de una fobia? Miedo intenso y persistente a objetos o situaciones específicas.

La exposición al estímulo fóbico provoca una respuesta inmediata de ansiedad, que en ocasiones puede tomar la forma de crisis de angustia situacional relacionada con una situación determinada.

La persona reconoce que este miedo es excesivo o irracional pero no puede evitar sentirse así.

Las situaciones fóbicas se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar.

Estas son algunas de las más comunes que tratamos en nuestro centro:
  • Claustrofobia.
  • Miedo a conducir.
  • Miedo a hablar en público.
  • Miedo a la sangre.
  • Miedo a las tormentas.
  • Miedo a los perros.
  • Miedo a los ruidos.
  • Miedo a volar.

Problemas de pareja.

Cualquier pareja puede pasar por un momento de crisis. La mayoría de las veces esto ocurre sin que ninguna de las dos partes quiera, y sin que sepan cómo evitarlo.

En muchas ocasiones, el amor todavía existe pero se han perdido muchos de los lazos que os unían. Y es que en una pareja, hay dos personas, con sus anhelos, sus preocupaciones, su día a día, sus retos.

Cuando la pareja no puede salir por sí misma de esta situación es el momento de recibir la ayuda de un profesional objetivo que nos muestre las claves para recuperar la relación.

Estos son algunos de los problemas que tratamos a través de la terapia de pareja:
  • Problemas de comunicación.
  • Problemas de convivencia.
  • Celos o desconfianza.
  • Dificultad para encontrar pareja o mantenerla.
  • Infidelidad.
  • Miedo al compromiso.
  • Ruptura sentimental, separación o divorcio.
  • Conflictos causados por las familias políticas.
  • Dependencia emocional.
  • Discusiones constantes.

Problemas sexuales

Problemas de alimentación

  • Anorexia.
  • Bulimia.
  • Ingesta compulsiva y adicción a la comida.

Problemas en las relaciones sociales.

No es que todos seamos unos maestros en cualquier relación social. No es que la mayoría de nosotros podamos sentirnos seguros en cualquier actividad en la que estén involucradas personas.

Es verdad que hay algunos hombres y algunas mujeres que saben relacionarse, que tienen don de gentes y que se sienten seguros a la hora de relacionarse. Puede que haya sido siempre así o puede que hayan aprendido claves para ser más abiertos ante los demás.

Sin embargo, la inmensa mayoría de las personas hemos sentido alguna vez inseguridad ante situaciones concretas. Es normal que antes de iniciar cualquier relación, sintamos ciertas reservas, bien por inseguridad, bien por el deseo de querer agradar, bien por miedo al fracaso o sencillamente porque la situación es muy nueva y no sabemos cómo afrontarla.

Los problemas para relacionarse son más comunes de lo que parece pero si realmente estos problemas te impiden que conozcas a nuevas personas o que realices con normalidad tu vida diaria, es entonces cuando la psicoterapia social es recomendada.

¿En qué tipo de problemas es útil la terapia social?
  • Fobia social y timidez
Tienes fobia social si tienes miedo ante las situaciones sociales. Las evitas o tienes pensamientos negativos sobre ellas. Te preocupas porque otros te juzguen o te evalúen de forma negativa.
Todos podemos tener cierta timidez cuando entramos en círculos nuevos pero si sientes una timidez exagerada que llega a ser un problema real, entonces, hablamos de fobia social.
Seguramente, se habrá iniciado cuando eras adolescente o en tus primeros años de juventud. Si no lo tratas a tiempo, se puede convertir en un trastorno crónico.
  • Dificultad para establecer o mantener relaciones sociales.
  • Falta de habilidades sociales.

Problemas Laborales.

Hay muchas circunstancias en las que los problemas laborales pueden aparecer. En general, pueden surgir por dificultades en las relaciones con tu jefe o con tus compañeros. Pueden ser problemas cotidianos que se solucionan con una breve conversación, pueden ser problemas de convivencia o pueden ser problemas que se extienden en el tiempo y comienzan a trastornar tu forma de trabajar.

Fíjate en los siguientes problemas:
  1. Desmotivación laboral y síndrome de Burn-out (estar quemado). El Burn Out se produce cuando tu mente y cuerpo ya no son capaces de asumir ciertas demandas que se producen en el entorno laboral.
  2. Dificultades en la relación con los compañeros. Estás en desacuerdo con tus compañeros o tienes problemas con tu jefe. Te sientes frustrado/a.
  3. Estrés laboral. Una excesiva presión en el trabajo, puede causarte altos niveles de estrés.
  4. Mobbing o acoso laboral. Violencia psicológica extrema y de forma continuada sobre tu persona en el lugar de trabajo.
  5. Reorientación de la carrera laboral. Sabes lo que no quieres, pero no sabes lo que quieres. Crees que debes cambiar de trabajo pero no sabes cómo ni cuál es el nuevo rumbo que debes seguir.

Trastornos de la personalidad.

 Todos tenemos rasgos concretos de personalidad que nos caracterizan. Nos comportamos y pensamos de una manera y por ello, somos únicos. Pero, esos mismos rasgos de personalidad se convierten en trastornos cuando el patrón de pensamiento es extremista y la conducta es poco flexible o no se adapta a lo considerado habitual.

Las personas con trastornos de la personalidad generalmente no son conscientes de que su comportamiento o sus patrones de pensamiento son inapropiados; por el contrario, a menudo creen que sus patrones son normales y correctos.

Muchos de los trastornos comienzan en la infancia y continúan avanzando a lo largo de la edad adulta.

Tipos de trastornos de personalidad:
  • Trastorno de la personalidad dependiente. Las personalidades dependientes subordinan sus propias necesidades a las de los demás y dejan que otros tomen decisiones.
  • Trastorno de la personalidad esquizotípica. Personas con dificultad para las relaciones interpersonales.
  • Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva. Personas muy perfeccionistas, que tienen que tenerlo todo ordenado y controlado.
  • Trastorno de la personalidad paranoide. Las personas con este trastorno se caracterizan por la presencia y actitud exagerada de sospecha y desconfianza hacia los demás.
  • Trastorno de la personalidad por evitación. Aquellas personas que evitan la relación con los demás por temor al rechazo, a la humillación y a ser juzgados.
  • Trastorno esquizoide de la personalidad. Individuos que se caracterizan por conductas de distanciamiento de las relaciones sociales habituales. Muestran una apariencia de persona fría y solitaria.
  • Trastorno límite de la personalidad. Persona que no ha desarrollado correctamente su personalidad.
  • Trastorno narcisista de la personalidad. Aquellos que se caracterizan por tener sentimientos de grandeza y por tener una profunda necesidad de sentirse admirados.
  • Trastorno histriónico de la personalidad. Su característica principal es la necesidad constante de ser el centro de atención.

Trastornos del lenguaje.

Los trastornos del lenguaje ocurren cuando una persona no es capaz de emitir sonidos correctamente o de forma fluida.
También, cuando tienen problemas con su voz, dificultad a la hora de pronunciar o irregularidades en su discurso.
Los trastornos del lenguaje se evidencian en las dificultades a la hora de entender a los demás o de compartir pensamientos e ideas con otras personas.
Uno de los más habituales es la tartamudez o disfemia y el Trastorno Fonológico o dislalia.

Trastornos del sueño.

El trastorno de sueño más común es el insomnio que se define de forma breve como la falta de sueño a la hora de dormir. Si sufres de insomnio, tienes dificultades para conciliar el sueño y quedarte dormido.
Si el insomnio es ocasional y de corta duración, no debe preocuparnos. Puede deberse a algún tipo de situación concreta, temporal, de estrés en el trabajo o estrés en la vida personal. El problema llega cuando el insomnio es crónico, ya dura más de 4 semanas o meses.
Entonces, el tratamiento psicológico debe ser aplicado para encontrar las causas y ponerle remedio.

Otros trastornos de sueño comunes son:
  • Hipersomnia: la persona duerme muchas más horas de las habituales durante el día o durante la noche.
  • Apnea del sueño. Interrupción repentina de la respiración (apnea) mientras se duerme.
  • Narcolepsia. Exceso del sueño durante el día.
  • Síndrome de piernas inquietas. Sensaciones desagradables en las piernas al estar en la cama que impulsan a la persona que las sufre a moverlas.

Traumas.

  • Abusos sexuales.
  • Trastorno por Estrés post-traumático.